Cajas de inversión

Las entidades buscan capital en fondos y empresas, además de la Bolsa

La apertura del sector de cajas de ahorros al capital privado, casi por imperativo legal, ha abierto el apetito a muchos inversores, desde fondos de inversión que se mueven por estos pagos financieros a entidades nacionales e internacionales de distinto origen. Unos y otros se muestran muy interesados en estudiar su incorporación al capital de los nuevos bancos y ya han llamado a muchas puertas de cajas, incluso de algunas de las que no están muy necesitadas de recursos y que han anunciado planes de salir a Bolsa. Ambas cosas no son incompatibles, y las opciones se analizan con avidez con el conveniente asesoramiento de los siempre avispados bancos de inversión.

Las entidades, sobre todo las más debilitadas, han entendido esa posibilidad como una salida natural ante las exigencias que les van a poner las autoridades monetarias. Es decir, cumplir con el ya famoso core capital (relación que existe entre los fondos aportados por los accionistas y las reservas, que forman el capital básico, y las deudas contraídas) y que la vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado, colocó en el 8% para las entidades -no solamente bancos- que estén más sanas y entre el 9% y el 10% para el resto, que tendrán que buscarse la bolsa y la vida entre inversores.

Y nunca mejor dicho. En principio, ya varias cajas o agrupaciones de cajas han anunciado que saldrán a Bolsa. Primero fue el Banco Base, nombre provisional del grupo que forman Cajastur, la CAM, Caja Extremadura y Caja Cantabria; después lo confirmó La Caixa, que ha transformado su filial Criteria en CaixaBank; más tarde lo hizo el Banco Financiero y de Ahorros, que creó en diciembre el grupo de siete cajas que encabezan Caja Madrid y Bancaja, pensando ya entonces en ese objetivo de incorporar capital... Y no acaba ahí la lista.

Además, se da por hecho que, de la misma forma que las grandes entidades se preparan para cotizar en los mercados, las cajas resultantes de fusiones interregionales (la gallega Nova Caixa Galicia, la castellanoleonesa España-Duero y las catalanas Unnim y Catalunya Caixa) son las principalmente llamadas a la entrada de inversores privados.

En los últimos cambios introducidos en la Ley de Cajas figura la posibilidad de que se incorpore como accionista de esos nuevos bancos el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). Este organismo, presidido por el subgobernador, Javier Aríztegui, e inicialmente creado con 90.000 millones para prestar dinero a las entidades con problemas, también aportará fondos al capital y funcionará como accionista prominente con la representación proporcional en los consejos de administración, aunque no tienen vocación de permanencia.

La incorporación del FROB, que será inevitable cuando una entidad no consiga fondos para cumplir los requisitos, y la de inversores privados -vía directa o vía Bolsa- tendrá como consecuencia que el actual reparto de capital quedará diluido. Esta circunstancia ha abierto muchas incógnitas entre las comunidades autónomas, acostumbradas a mandar tradicionalmente en las cajas y para las que cada vez más va a quedar solo la obra social.

El devenir de las cajas-bancos está por ver. No obstante, a estas alturas ya nadie duda de que la actual situación sectorial es causa directa del alto riesgo que contrajeron las cajas de ahorros en el sector inmobiliario durante los años del boom sin apenas control sobre los efectos futuros. En estas fechas, precisamente, las entidades de ahorro están obligadas a entregar los datos de exposición inmobiliaria -se les ha llamado así- al Banco de España. Las primeras que lo han hecho han ofrecido un panorama impactante.

ElPais

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